Permanecer para dar fruto

Cuando vemos en la naturaleza cómo crece y se desarrolla una planta nos damos cuenta que es todo un gran proceso en el cual se requieren de varios elementos como tierra, agua, sol, la semilla que será plantada. Si tenemos cuidados con la planta la semilla que es depositada en la tierra crecerá y se desarrollará hasta dar frutos del cual muchos serán beneficiados. De la misma manera son nuestras vidas cuando permanecen en la fe de Jesucristo, quien dio su vida en rescate por la de cada uno de nosotros. Dice la Biblia que la semilla tiene que caer en la Tierra, morir para después brotar y crecer.

Cuando tenemos la presencia de Dios y pasa algo parecido porque al dar paso a la divinidad en nosotros, nuestros deseos o prioridades son transformadas, porque nuestro pensamiento se va a amoldar a la manera de ser de Jesucristo. Para llegar a ello debemos tener una relación estrecha con nuestro Salvador cada día a través de la oración y la meditación de la palabra de Dios.

¿Cómo hacer esto posible? Yo te sugiero leer tu Biblia todos los días y antes de hacerlo pedirle al Espíritu Santo que te ayude a comprender la palabra de Dios, también puedes hacer breves anotaciones en un cuaderno, que sea siempre el mismo, donde escribirás el pasaje que leíste y lo que piensas de ese pasaje, de manera que puedas recordar con más facilidad lo que leíste y si una parte de la lectura te es difícil pide ayuda con otro cristiano.

El crecimiento se da de manera continua y puedes desarrollar tus habilidades para conocer la palabra de Dios y encontrar en ella la riqueza de la que nos habla la palabra en la parábola  Mt. 13:44-46

44 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”

El tesoro es comparable a la palabra de Dios en nuestra vida porque es una fuente inagotable de riquezas. Un árbol echa raíces en la tierra, donde esta cimentado y donde es sustentado cada día, él no se puede mover ni cambiar de lugar, hasta él llegarán tiempos de calidez, paz y tiempos de viento, tormentas o de frío, si sus raíces son fuertes, sanas y firmes lo sostendrán en todo tiempo. Además cuando tiene frutos alimenta a muchos seres vivos y algunos viven con él bajo su sombra.

De la misma manera si nosotros nos afirmamos en la fe de Jesucristo echaremos raíces con él y en la congregación donde Dios nos puso, creceremos y nos desarrollaremos hasta que el fruto del Espíritu Santo esté en nosotros sin darnos cuenta estaremos deseosos de ayudar a otros a crecer y desarrollar su fe en Jesucristo.

Conclusión:
Jesús ya pagó el precio por nosotros al morir y resucitar, él está vivo y nos introduce a una nueva vida donde cada uno de nosotros al crecer y desarrollar la fe damos fruto y también somos de bendición a los demás.

Por Eunice Meneses