Decisiones

El rey David es un claro ejemplo de cómo derramar tu corazón a Dios trae dirección en los momentos difíciles, de conflicto, de crisis o duda.

Su oración más frecuente era:
SEÑOR, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día. (Salmos 25:4-5)

Siempre que oramos a Dios y nos habla a través de su Espíritu debe encontrar en nosotros un corazón dispuesto y disponible para obedecerle, echar fuera todo orgullo y pensamiento ególatra ya que dependemos totalmente del Señor.

Es importante reconocer que si confiamos en nuestras propias fuerzas, habilidades o dones estamos destinados al fracaso. Pero si escuchamos su voz y le obedecemos, él nos conducirá a lugares que ni siquiera imaginábamos.