Para los hijos de Dios, la práctica del ayuno no es una obligación sino una expresión de fe.
Al leer las historias de la palabra de Dios, debemos recordar que el ayuno sirvió como un intensificador junto con las oraciones para experimentar la presencia de Dios, así que cualesquiera que sean los motivos del ayuno y la oración, el punto es el mismo: una necesidad de Dios y de su manifestación poderosa. Así que el ayuno expresa nuestra necesidad de Dios.
Al ayunar, nuestras acciones manifiestan que creemos en las promesas de su pacto y recordamos que Él tiene todos los recursos y que su ayuda llega en el momento perfecto. Por lo tanto, el ayuno de un cristiano es único porque expresa más que la supresión de los alimentos, manifiesta el hambre por la presencia de Dios que está basada en una realidad donde el Dios que protege nos escucha y se manifiesta conforme a sus riquezas en gloria.